Si bien los cambios a lo largo de la vida de una mujer suelen ser de por sí un tanto diferentes y tortuosos (aquí nada se romantiza) a comparación de los hombres. El dar ese brinco o más bien pareciera salto de altura y sin paracaídas a la maternidad es despedirse de muchas y muchas y muchas cosas que antes de este acontecimiento parecieran que sin inamovibles. Los amigos, la dinámica con una misma, la rutina establecida en el diario desde cómo duermes hasta cómo te bañas y socializas, todo eso cambia y es un ¡adiós!.
Adiós a todo lo que conocías como tu vida, adiós a tu manera de pensar, dormir, comer, bañar, interactuar, procastinar e incluso soñar y respirar. Y si puede ser que hayas visto mucho Instagram con fotos de bebés descansando plácidamente y sin el mayor conflicto pero detrás de una foto hay un contexto que no conocemos.
Convertirte en madre de un momento a otro es un adiós a esa vida y un hola a una nueva en todos los sentidos. Desde que comienzas con los síntomas propios del embarazo hasta que tu vida termine será un gran HOLA a la maternidad.
Decir adiós y hola siempre ha sido difícil por tener que despedirte de todo y decir hola con timidez y temor no lo hace más fácil.
Si algo puedo decirte es que decir adiós es difícil pero contrario a lo que todos creemos es aún más difícil decir hola.
Pero hay luz después del túnel y quizás desde mis ojos y piel pueda darte ese brillito para seguir sin sentir que mueres en el intento.
Te veo pronto.
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